El cerdo (y el jabalí, su antecesor) ha sido desde siempre, y es
todavía, una de las principales fuentes de proteínas para el ser humano.
Además de alimento proteico y rico en grasas, cuya naturaleza dependerá
en gran medida de la alimentación del animal, la carne de cerdo aporta
vitaminas y minerales especialmente del grupo B, zinc y potasio. Este
mamífero omnívoro fue uno de los primeros animales domesticados por el
ser humano. A pesar de que el cerdo
forma parte de la dieta alimenticia del hombre desde hace más de nueve
mil años, siempre ha existido cierta reticencia en cuanto a su consumo.
Sin embargo existen varios estudios sobre la carne de cerdo y sus nutrientes. El
Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán ha hecho una
gran labor informando sobre los beneficios de esta carne roja. Está
comprobado que la carne de cerdo es una de las más ricas en proteínas,
vitaminas y minerales, esenciales para el buen desarrollo del cuerpo.
Además, esta carne roja no es detonante de cáncer, cardiopatías,
colesterol ni obesidad.
Hoy vamos a cocinar una receta que puede cubrir de forma muy digna un segundo
plato en una comida especial. La elegancia de los aromas de su salsa y la
textura de la carne hacen un conjunto sorprendente.
Para la receta de hoy vamos a utilizar unas carrilladas o carrilleras de cerdo.
Se trata de una parte del cerdo que descubrí curiosamente hace poco tiempo y que me sorprendió gratamente debido a lo agradablemente tiernas y sabrosas que resultan sobretodo cocinadas de esta manera.
Esta
receta es de las que se deben hacer el día anterior ya que durante la noche se
producen oxidaciones que mejoran sabores y texturas.